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Los celosos, de Márai

Hacía mucho que no teníamos noticias de una nueva traducción de una novela de Sándor Márai. Digo nueva traducción porque no se trata de novelas nuevas, sino de textos escritos a mediados del siglo XX que apenas están siendo traducidos al español. Esta novela fue anunciada como parte de un llamado "Ciclo de los Garren", es decir, una serie de novelas que Márai escribió alrededor de la familia de ese mismo nombre; al parecer se trata de tres novelas, otra de las cuales es Los rebeldes que conocimos hace algunos años, leída como novela temprana del autor húngaro. 


Lo que no sabíamos era que Los celosos haría alusión, nuevamente, a la guerra, a lo que desata la guerra en las personas que viven en los territorios donde sucede. Esta es la historia de una familia, o del periodo final en la vida de una familia, que recibe la noticia de la muerte de su padre, Gabor Garren. Todos los hijos deben ir a la casa paterna a acompañar los últimos días de su padre enfermo. Sobre este motivo principal, la muerte del padre, el narrador nos lleva a conocer la historia toda de esa familia, de cada uno de sus integrantes: el padre, por supuesto, los hijos e hijas, las esposas y esposos de los hijos, algún amigo cercano cuya incidencia ha sido determinante. Ese es, digamos, el esqueleto de la novela; a partir de ahí, Márai comienza a dotar de músculo, arterias y piel esta historia. Vale decir que donde hay músculo, arterias y piel habrá heridas y cicatrices.  


Este motivo sirve para plantear nuevamente, aunque con matices nuevos, un asunto que Márai ya ha trabajado en otros textos como La Mujer Justa, quizá La Herencia de Eszther, y posiblemente en La Gaviota. El tema al que me refiero es la pérdida de valores de la clase social burguesa a manos de los advenedizos, de los invasores. La guerra trae consigo invasores y estos no solamente buscan adquirir valores materiales, sino también conquistar la cultura de esos lugares a los que llegan. El conflicto, en esa situación histórica y en esta novela, tiene que ver fundamentalmente con la resistencia a entregar esos valores, a aceptar que advenedizos sin cultura (así se presentan en la novela) sean los depositarios finales de la cultura forjada siglo a siglo.  


En otros libros suyos, como La mujer justa, Márai ha planteado que hay ciertos valores de la cultura que no se adquieren, sino que pertenecen, construidos generación tras generación, a ciertas familias, a cierta clase social. Aunque Judith, el recordado de personaje de La mujer justa, haya estudiado las costumbres, aprendido a comportarse en una mesa, sepa ahora vestirse y haya adquirido nociones de arte, literatura y música, nada de eso le pertenece. En este caso, Gabor Garren encarna no solo los valores, sino también la resistencia a cederlos; él es el guardián del secreto, elemento que vuelve a aparecer en esta historia como elemento estructural de la narrativa burguesa. 


Pero no solo se retoman temas que se han desarrollado en otras novelas. En Los celosos Sándor Márai vuelve sobre recursos que nos son conocidos, que ya hemos leído. Las descripciones muy detalladas de las costumbres, los espacios, los objetos. Los objetos adquieren en esta narración un valor muy especial, puesto que en ellos está depositada precisamente parte de esa cultura que es tan importante para esos grupos sociales de los que habla, podría decirse, toda la narrativa de Márai. También aquí acudimos a la expansión de la vida de cada uno de los personajes; de cada uno se construye un tipo (con músculo y arterias) que luego se articula a la narración y a la tesis fundamental de la novela. Así, conocemos la vida de cada hijo, su pasado y su situación presente, su carácter, fisonomía, sus creencias, vicios y virtudes. Es esa incursión que hacemos como lectores en esas vidas lo que convierte el texto en una novela; a lo que accedemos finalmente es a una orquestación de puntos de vista, de voces, de perspectivas del mundo que no son homogéneas, ni maniqueas, sino comparables a una enorme escala de grises. Esta orientación de los personajes masculinos y femeninos es lo que nos permite vivir este texto como una novela, habitarla. 

Detalle de la portada de la novela ‘Los celosos’, de Sándor Márai (Salamandra).


En cuanto a la adscripción de la novela a un llamado "Ciclo de los Garren", la conexión que se puede establecer con novelas anteriores se da por la referencia a personajes y situaciones mencionados y trabajados en Los Celosos. Sin embargo, más allá de eso no hay una conexión mayor entre una novela y otra; podría leerse esta con total independencia de la anterior, no hay mayor aporte. Ahora bien, podemos afirmar que hay ciertos títulos de la producción de Márai que pueden pertenecer a una línea temática sobre la guerra y sus consecuencias en la clase social burguesa particularmente; pero no quiero dejar la impresión de que se trata de una escritura dirigida exclusivamente a plantear problemas de la burguesía. Leemos a Sándor Márai en la actualidad precisamente porque los temas que trata y la forma como los trata exceden ese contexto primario y pueden llevar a que cualquier lector de cualquier geografía o época experimente esos problemas como propios: el problema de la enajenación, el problema de la pérdida de valores, el problema de la guerra en sí, el problema de los efectos de la modernización en las familias tradicionales, etc. 


Este comentario no puede dejar de referirse a algo que llama la atención en la composición de la novela. Hay, digamos, un quiebre formal en el texto: hacia la mitad del volumen aparece, como una segunda parte de la novela, el título "Los extranjeros"; se trata de una clave muy importante para comprender la tensión que está en la base de la historia, es decir, no solo el conflicto interno que viven los Garren, sino también con el conflicto de un pueblo, de una sociedad que, al verse amenazada por la llegada de los extranjeros, no ve más alternativa que cuidar con celo su secreto. Gabor Garren y las personas que hacen parte de su clase social son, digamos, los celosos.  


Finalmente, si bien la muerte del padre no es el tema principal de este texto, sí es uno de los más bellamente tratados. Los días finales de Gabor Garren, el patriarca, se reconstruyen como los días finales, también, de la época gloriosa de una sociedad. De alguna manera, queda para el lector la idea de que lo que sigue a esta muerte será la disolución la familia y la sociedad tradicional, de su espíritu y su materialidad. Creo que esta es una de las actualizaciones que podemos hacer de este texto. Vivimos un tiempo en el que los extranjeros invaden nuestras ciudades o nosotros, como extranjeros, invadimos otras y no tenemos idea de los conflictos que nuestra presencia genera en esos contextos que decidimos habitar. Nuestras ciudades contemporáneas viven fenómenos como la gentrificación que traen consigo no solamente los encarecimientos de lo material y las transformaciones en la fisonomía de las ciudades, sino también transformaciones en sus costumbres, en sus modos de vida, en sus creencias y jerarquías. Este puede ser uno de los ecos que las palabras de Márai encuentran en el lector de hoy. Pero el nuestro, también, sigue siendo un contexto de guerra, de extranjeros y celosos, aunque muy probablemente hace setenta años hubiera más claridad respecto de ese secreto que nos negamos a ceder.  

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