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Contra el turismo literario

Quiero sonar, nuevamente, deliberadamente, combativo. Hoy veo la necesidad de decir dos o tres cosas sobre el turismo literario, tan de moda en estos días. Y que, como toda moda, pasará dejando un montón de papel que, en el mejor de los casos, servirá para el reciclaje, y, sobre todo, mucho humo…

En primer lugar, hablar de turismo literario en un contexto en el que no se ha invertido en la promoción y conservación de obras, autores y autoras de los municipios de Antioquia es un sinsentido. En segundo lugar, no es la cultura, no es la literatura, lo que interesa a los genios de la gestión cultural que están promoviendo tal cosa; se trata de una modalidad de extractivismo patrimonial. Finalmente, en tercer lugar, el tal turista literario no es una figura que interese a la literatura; tomarse fotografías con estatuas y leer en los municipios la información que pueden encontrar en la Wikipedia no puede considerarse una acción que beneficie al patrimonio literario de los municipios. Ahora, revisemos cada uno de los tres puntos anteriores.

No en todos los casos, pero sí generalmente, el apoyo a las iniciativas que buscan dar a conocer, rescatar o preservar el patrimonio literario de los municipios de Antioquia es escaso, por no decir que no existe. En Amagá, por ejemplo, se nos dio la noticia de que Emiro Kastos hará que el municipio entre en una llamada ruta literaria de Antioquia, pero la biblioteca municipal (que lleva su nombre) apenas si tiene ejemplares de sus Artículos escogidos. Las personalidades que hablan de él no dejan de referirse a los mismos juicios infundados sobre autor y obra, y recitan hasta el cansancio que en el pueblo hay una calle, un parque, una biblioteca y una escuela que se llaman Emiro Kastos ¿En serio creen que esa apropiación tan exigua es propicia y suficiente para afirmar el municipio como destino literario?

Las críticas a que ha dado lugar la ruta literaria de la Gobernación de Antioquia en los últimos días, principalmente porque no incluye a escritoras que, sabemos, se encuentran a lo largo y ancho del departamento, ha resultado ser una muestra de la inexperiencia, de la ignorancia y pobreza literaria de esa propuesta. No es el patrimonio lo que interesa, no son las escritoras y los escritores; un turismo literario que no hace curaduría, precisamente, de lo literario está condenado al fracaso o a convertirse en un plan más con nombre bonito. No creo que con visitar los lugares que en Amagá se llaman Emiro Kastos se resuelva el desconocimiento de la vida y obra de Juan de Dios Restrepo; tampoco creo que eso mejore con que alguien recite de memoria los datos que se pueden encontrar fácilmente en la primera entrada de Google.

Portada, Rutas turísticas Antioquia es mágica.


Me parece necesario dejar constancia en este comentario de que la Gobernación se equivocó con la tal ruta turística y literaria, que no está pensando seriamente lo literario, que quiere explotar autores y obras para hacer de sus paseos a “puebliar” algo más interesante, más culto, cuando la propuesta está basada en un muy débil conocimiento literario. Solo quisiera preguntar ¿Sabe la Gobernación del extenso, riguroso, comprometido y exhaustivo trabajo de la profesora María Stella Girón López, de la Universidad de Antioquia, sobre las literaturas de las regiones de este departamento? La ruta ya está hecha y llevó años construirla; no fue el resultado de una reunión robada a una agenda más importante, como parece haber sido la selección de escritores que conforman la ruta propuesta por la Gobernación.

Pero, a todas estas, ¿Qué es un turista literario? Uno esperaría que fuera una persona que va a los pueblos de Antioquia a conocer autoras, autores y obras, a comprar sus libros, a visitar museos; una persona que seguramente no se va a conformar con la información de Wikipedia. Sin embargo, no creo que sea este el perfil en el que piensa la ruta literaria objeto de este inútil comentario; lea o no lea, le interesen o no los y las autoras locales, compre o no sus libros, lo que importa es su calidad de turista (que es distinto a viajero). De esta manera, el patrimonio que estaba en la base de la propuesta pasa a ser un producto que, si nos va bien, se usa y se tira. Escritoras, escritores y obras están puestas allí para algo que realmente no tiene que ver con ellas y ellos. El turista podrá ir al pueblo donde nació Emiro Kastos y recorrer la calle que lleva su nombre, y visitar la biblioteca, tal vez la escuela ¿Qué le aporta eso al patrimonio?

No nos hagan creer que somos municipios interesados en el patrimonio literario cuando la gestión de los procesos culturales en pueblos como Amagá es tan precaria. Antes de pensar en rutas y turismo literario evaluemos cuál ha sido el trato que hemos dado a las y los artistas, incluidos los escritores; vendría bien, además, evaluar qué es lo que decimos cuando hablamos de Emiro Kastos como “nuestro escritor” ¿Qué tan nuestro es? No creamos que hacer parte de una ruta nos hace automáticamente un territorio que enamora; antes hay que trabajar en muchas otras cosas. La cultura y la literatura merecen, también, responsabilidad y respeto. Si quienes se encargan de estos asuntos carecen de gusto y de criterio, al menos pedimos que haya respeto.

Comentarios

  1. Procesos incipientes que carecen de rigor investigativo, estructura pedagógica, planeación y planificación, estos personajes de la farándula política, sólo buscan protagonismo pormedio de actividades asistencialistas, solo les importa la foto y la firma para su informe mensual, buscan instrumentalizar los procesos culturales para ganar créditos a titulo personal.

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    1. El problema no es que sean incipientes, el problema es que se pasen por alto todos los procesos para lograr un fin tan estéril desde el punto de vista cultural.

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  2. Lo inquietante es que es un modelo que se viene aplicando incluso en algunos festivales, donde lo que resulta importante no es la difusión de los bienes culturales, la discusión sobre los valores estéticos o la reflexión contemporánea sobre el papel del arte, sino más bien una suerte de espectáculo llamativo, instagrameable de personas que van con sus mejores ropajes a crear contenido. Piensa uno incluso en algunas ediciones (no todas aclaro) del Hay Festival.

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    1. Sí, también creo que se trata de una manifestación de la cultura espectáculo. Y pienso que no se logra mucho con esta crítica, pero no importa. Ahí queda el precedente.

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