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Nota sobre La sombra del viento

 

Supe de Carlos Ruíz Zafón por Andrés Delgado, un escritor y mediador de lectura de Medellín que ha difundido en redes su interés por este autor y ha discutido bastante sobre esa división en la que muchos se pierden sobre las diferencias (a veces insalvables) entre una llamada “literatura de línea dura” y otra llamada, de forma despectiva en ciertos círculos de lectores, “literatura de entretenimiento”. Entiendo que Ruíz Zafón pertenecería a esta última categoría. Y confieso que fue un poco eso, ese morbo de lector, el que me animó a leer, primero, una compilación de cuentos del autor español titulado La ciudad de vapor (2020) (publicado de forma póstuma pues Zafón murió en 2020) y, luego, una novela por la que ha sido reconocido: La sombra del viento (2001).





Me llevé La sombra del viento a Nuquí en diciembre de 2020, para leerla durante un viaje corto que hice a ese lugar del Pacífico colombiano. Me olvidé del prejuicio de considerarla de entrada un producto de entretenimiento y me dejé llevar por la historia de Daniel, Fermín, Bea… Pronto comencé a sentirme en una película española ambientada en el franquismo, de esas que vemos mucho de este lado del mundo y con las cuales solemos asociar casi todo el cine español. Insistí, pero pronto otros libros me parecieron más importantes de leer y, entonces, abandoné la novela. Volví a ella muchas veces durante 2021. Volví a abandonarla. Tuve que releer algunas partes en 2022 cuando retorné a las páginas que mapeaban una Barcelona sombría y misteriosa, muy literaria (es una historia de libros, escritura y escritores) y muy melodramática también.

Llegué a convencerme de la deliberación con la que Ruíz Zafón utiliza todos los recursos del folletín, del culebrón, de la noveleta; del artificio planeado de sus personajes típicos y estereotipados; de su recurrencia a lugares comunes. Pero había algo, como sucede en cualquier buen melodrama, que me mantenía allí, aunque a veces sonriera al comprobar que una expectativa mía se cumplía tal cual en la narración. Y está bien, me decía, porque también habrá que leer para entrar en historias así.

Logré terminar la novela hace apenas unos días, a comienzos de 2023. Y logré vencer el prejuicio de la “literatura de entretenimiento”. Incluso llegué a conmoverme con la historia de un personaje secundario (para mí no lo fue) llamado Nuria; una historia hermosa de amor, desamor, sacrificio y libros.

Yo creo que valió la pena haber leído La sombra del viento no sólo como entretenimiento, no sólo para entretener las noches en el pueblo, antes de ir a dormir. Encuentro interesante el ejercicio de desentrañar los recursos de este escritor, su decisión de configurar un mundo para que el lector disfrute de la acción, de la aventura en la historia, de las pasiones y ocurrencias de los personajes. Sin mucho esfuerzo, quizás ¿Por qué no? ¿Quién dice que no se puede escribir así y leer de esa manera? 

Sin embargo, mis vicios de universitario hacen que piense en lo que esta novela nos dice, también, sobre el contexto de la España franquista, sobre la censura y la relación con la escritura, con la literatura, en un tiempo tan oscuro; sobre el amor y la libertad en esas condiciones hostiles que la humanidad repite de manera obstinada, para mal suyo y bien de la literatura.  

Comentarios

  1. Un libro que te persiguió hasta que lo terminaste, interesante el hecho de despojarse de los prejuicios y etiquetas en la literatura. Espero tener la oportunidad de leerlo. Gracias por compartir tu experiencia lectora.

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    1. Así es. Cuesta mucho desprenderse de esos prejuicios. Es posible que nos perdamos de mucho por insistir en ellos. Gracias a vos por leer y comentar.

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  2. Recuerdo escucharle hablar del autor y de la novels en un curdo de la U en plena pandemia, recuerdo esa distinción entte literatura dura y blanda así que de cierto modo precensie las percepciones primarias de esta lectura.

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    1. Sí, lo comenté en un curso, justo cuando leí el libro de cuentos. Pues mira, llegué a la novela y resultó ser una experiencia interesante. Gracias por tu lectura y tu comentario.

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  3. Recuerdo escucharle hablar del autor y de la novela en un curso de la U en plena pandemia, recuerdo esa distinción que hacía entre literatura dura y blanda cuando nos hablaba del libro, así que de cierto modo presencie las percepciones primarias de esta lectura.

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    1. Así es. No había leído tu comentario. Gracias por leer la nota y recordar esas consideraciones que hice en alguna clase ¿Lo has leído a Ruíz Zafón?

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  4. Me parece curioso el ejercicio que a veces realizamos al tratar de seleccionar autores y obras para darles la etiqueta de favoritos o favoritas; una selección discriminatoria, pero que finalmente representa un estado mental —y espiritual si se quiere— de nuestras esencias. A esta novela le otorgué preeminencia durante mucho tiempo y siento que todavía ocupa un lugar especial en mis lecturas. Siempre enuncio su nombre cuando me piden una recomendación. Ya no emerge en automático, pero curiosamente, su sombra me acompaña.

    También creo que las buenas narraciones trascienden el plano superficial del entretenimiento. Por lo menos en mi caso. Pienso que toda obra contiene un potencial de entretenimiento para quien se encuentre en un estado emocional, crítico o mental que lo permita. ¿Qué sería de lo literario si no nos distrae de tenebrosas realidades? ¿Qué sería de lo literario si no lograra hacernos menos molesto el día a día o más llevadera la vida?

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