También los viajes son un asunto político. Desde la elección del destino hay una mirada del mundo y de la vida que se busca a veces transformar, a veces constatar o reafirmar.
No creo que uno elija Bolivia por comodidad, por descanso, para "chulear" un cinco estrellas más. Al contrario, siento que ignoramos tanto de este país y de esta gente... visitar este lugar es, necesariamente, entrar en una discusión sobre la tradición, la identidad, lo nacional, lo propio y lo foráneo.
La Paz respira de eso todo el tiempo; la discusión se te plantea en cada esquina, en cada trayecto, en cada destino.
Me ha sido imposible ver sólo un paisaje más donde hay una montaña seca y de colores tristes porque ha sido explotada por una empresa japonesa. Cada vez que se habla de la riqueza de los suelos, de la variedad de minerales, se habla, también, de quienes los explotan, generalmente extranjeros.
Las poblaciones mineras, como San Cristóbal, cerca a Uyuni, no son precisamente las de mejor infraestructura; los mineros (como Renán) no tienen la mejor calidad de vida.
Las paredes de la ciudad denuncian el golpe a Evo Morales, cientos de ciudadanos gritan en una marcha contra un decreto que los obliga a vacunarse, un grupo de ancianos hace huelga de hambre afuera de un edificio patrimonial del que fueron desalojados. Eso es parte de lo común que tiene esta ciudad con el resto de Latinoamérica.
De mi diario de viaje, La Paz, Bolivia. 10 de enero de 2022.
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