¿De cuántas tragedias se compone un día de la vida de un ser humano? ¿Con qué sutileza se manifiesta esa tragedia cotidiana? ¿Estaremos condenados a la crueldad en su infinita gama de grises? Estas preguntas me asaltaron durante estos días de lectura de los cuentos de Clarice Lispector reunidos en el volumen titulado Lazos de familia (1960).
Dos asuntos atraviesan el conjunto de trece relatos: la introspección de los personajes (generalmente mujeres), en la que nos sumergimos los lectores como quien entra, de verdad, en el terreno siempre movedizo e inseguro de una subjetividad; y la revelación de minucias cotidianas, casi siempre desapercibidas, que terminan por cifrar nuestra manera de estar en el mundo. Ambos constituyen una especie de sello en la escritura de esta autora, al menos en este libro.
Pareciera que la idea de introspección remite de manera inmediata a la de poca o nula acción. En efecto, así sucede en el terreno narrativo; el cuento más extenso del volumen, “Imitación de la rosa”, transcurre mientras una mujer espera la llegada de su esposo, no obstante, esos minutos de lectura se convierten en un auténtico desafío para el lector en el sentido que debe adentrarse en el fluir de un pensamiento que, por supuesto, no es lineal ni directo. Esta introspección está llena de sugerencias, indicios, detalles y códigos; todos estos elementos reunidos nos brindan la experiencia de haber habitado por un instante una personalidad inestable, a veces atormentada, conmocionada por una revelación, sorprendida por la tranquila crudeza del mundo. Además del cuento ya mencionado, se puede leer desde esta perspectiva “Amor”, “Devaneo y embriaguez de una muchacha” y “El búfalo”.
De qué negras raíces se alimenta la libertad de un hombre… se dice en el cuento “Lazos de familia”. Las historias contenidas en este libro responden a esta sugerente afirmación. Lo inadvertido de la cotidianidad se desenmascara para dejar ver la crueldad disfrazada y oculta tras las expresiones de amor, de piedad, de fraternidad. El egoísmo, la vanidad y la superioridad toman formas casi imperceptibles; los conflictos más complejos y arraigados aparecen representados en maneras “inocentes”, como sucede en el cuento irónicamente llamado “Feliz cumpleaños”.
En los relatos de Clarice Lispector los seres humanos emergemos como producto de la combinación de conceptos opuestos, a la manera de un oxímorom: podemos amar con odio y repugnancia, y ser crueles en nuestras manifestaciones de piedad. ¡De cuantas crueldades cotidianas está conformada nuestra existencia!
Tuve la oportunidad de leer "La pasión según G. H" y me gustaría acercarme a esta obra. Me recuerda, en parte, a Ángeles Mastretta. Muchas gracias profe por compartir tu experiencia de lectura :)
ResponderEliminarGracias a vos por tu tiempo y apertura. No he leído a Ángeles Mastretta ¿Tenés alguna recomendación? La parroquia recibe recomendaciones para que la conversación siga.
EliminarLos cuentos del libro "Maridos" son muy buenos, hacen crítica de ese papel hogareño y sumiso de la mujer tan tradicional y hace gala también de la astucia femenina en relaciones de pareja por ejemplo.
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