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Mostrando entradas de junio, 2024

El fin del mundo debe ser el olvido

El fin del mundo debe ser el olvido. Los fines del mundo, que son muchos, no se mencionan en la gran prensa ni aparecen en los noticieros; se encubren todo el tiempo como una impureza en la piel y sucumben a esa naturalización del horror.   Me sucede por estos días que paro una lectura para iniciar otra, generalmente del mismo autor. Interrumpí Zona de obras para leer Los suicidas del fin del mundo , escrito por la portentosa Leila Guerriero al comienzo de este siglo XXI –portentosa es un adjetivo que aprendí de ella precisamente– y publicado en 2005.   Si no la hubiera escrito Guerriero esta sería la historia de una ola de suicidios que ocurrió en Las Heras, sur de Argentina, a finales de la década de 1990 y comienzos de los 2000. Pero como lo ha escrito ella, este libro es eso y muchas otras historias, eso y muchas otras perspectivas, eso y la historia de un pueblo, eso y la vida de los homosexuales en una comunidad aferrada a valores conservadores, eso y los efe...

La antología personal de Ricardo Piglia (2014)

“cómo construir una ficción que funcione socialmente”. Ricardo Piglia en Una clase sobre Puig Ricardo Piglia murió en 2017. La Antología personal que acabo de leer es de 2014, la publicó el Fondo de Cultura Económica. Sin saberlo, compré un libro en el que Piglia quiso reunir no lo más valioso sino lo más cercano de su obra, y en cuya selección advirtió la posibilidad de que un lector descubriera su “forma inicial”, es decir, lo verdaderamente personal de su escritura. Los textos incluidos en el libro están organizados en cuatro grupos, cuatro partes de la antología: Cuentos morales; El laboratorio del escritor; Los casos de Croce; y La forma inicial. Las primeras tres se distinguen muy bien por la particularidad de sus formas: narrativa (cuento) en la primera, ensayo (conferencia, crítica, una clase) en la segunda, narrativa (cuento) nuevamente en la tercera. La cuarta parte, denominada La forma inicial contiene un escrito de difícil catalogación (un monólogo) llamado “El senador...

El profesor Jairo Ramírez Rico

La tarea consistía en escribir nuestra propia versión de la Divina comedia , luego de haber leído algunos cantos de la obra de Dante; una tarea más para los estudiantes de décimo, una oportunidad para un muchacho de quince años como yo en ese entonces, con una familia desmoronándose, con todas las dudas posibles sobre su sexualidad y con un deseo incomprensible de no querer estar más en el lugar que estaba. Mi tarea, como era de esperarse, se concentró en el infierno (recuerden que en la obra Dante pasa por el infierno, el purgatorio y el cielo); allí, en una clave que el profesor leyó a la perfección, pude poner toda la desazón y la incertidumbre que embargaba mi corazón adolescente y dramático. No recuerdo más de ese ejercicio, solo que tuvo mucho éxito y que, incluso, hubo dos compañeros que me pagaron para que escribiera sus propios infiernos. Hay quienes están dispuestos a pagar por eso y hay quienes queremos que nos paguen por hacerlo, lo aprendí muy temprano.  Jairo, el prof...