¿Cuántas cosas se han dicho sobre las cartas de Flaubert? ¿Qué se puede escribir luego de leerlas? Algo, como una vergüenza, se impone ante quien pretende comentar cualquier cosa de quien dijo a sus veinticuatro años: “Soy un hombre-pluma. Siento a través de ella, en relación con ella y mucho más con ella” (1852) y que, además, consideró que solo se debía escribir cuando se tuviera algo importante y distinto para decir. No obstante, la correspondencia resulta ser una real provocación para el lector, un desencuentro en algunos casos –sobre todo para quien haya idealizado la escritura– y, siempre, una sensata reflexión sobre un oficio al que hay quienes deciden dedicar una vida, a veces, como en el caso de Flaubert, a su pesar. Por supuesto, no me refiero en este comentario a la correspondencia completa del autor de Madame Bovary –ya quisiera uno tanto tiempo y entusiasmo para un proyecto similar–, sino a una selección y traducción del escritor, traductor y editor argentino D...